Níobe estaba tan orgullosa de tener 14 hijos (siete hombre y siete mujeres), que se burlaba de
Leto por tener sólo dos (
Apolo y
Ártemis). No conforme con eso, prohibió que la gente adorara a
Apolo y
Ártemis y dio órdenes de que las estatuas que los representaran en todo su reino, fueran destruidas, y además pretendía que las ofrendas destinadas a
Leto fueran para ella misma. Enfurecida ante este insulto,
Leto pidió venganza a sus hijos. Mientras los jóvenes hijos de
Níobe cazaban en el monte Citerón,
Apolo los mató con sus flechas infalibes. Cuando
Níobe creyó que su tristeza no podía ser mayor,
Ártemis empezó a matar a sus hijas. En vano trató Niobe de protegerlas, una por una fueron cayendo, la última quedó en sus brazos. Nueve días y nueve noches
Níobe lloró a sus hijos, hasta que los dioses la convirtieron en piedra.
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