
Con el paso del tiempo, el niño se convirtió en un joven de gran belleza. Un buen día, Hermafrodito, yendo de camino a Caria, el exceso de calor de aquel día soleado le hizo aproximarse a un lago para refrescarse, al que se lanzó a nadar desnudo. La náyade Salmacis, espíritu de aquel lago, al notar su presencia y observar su cuerpo desnudo, sintió una atracción inmediata hacia él y no tardó en desnudarse y acercársele para tratar de conquistarlo, pero el joven se resistió.
Cuando estuvo desprevenido, la ninfa lo estrechó entre sus brazos fuertemente y pidió a los dioses que jamás pudiesen separarse; los dioses la escucharon y quedaron unidos para siempre en un nuevo ser, dotado de los dos sexos.
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